Suelos supresivos: Eficacia demostrada del biocontrol en cultivos de olivar
Las plagas y enfermedades de suelo provocan importantes pérdidas económicas a las explotaciones agrarias. En la lucha por combatirlas, la fitopatología descubrió hace tiempo que existen suelos capaces de favorecer la inmunidad de algunas plantas frente a determinadas enfermedades. Son los llamados suelos supresivos.
Baker y Cook los definieron en 1974 como: “aquellos suelos en los que la incidencia o severidad de una enfermedad sigue siendo baja, a pesar de que exista la presencia de un patógeno, el hospedero susceptible y las condiciones ambientales que favorecen su infección y posterior desarrollo de la enfermedad”.
Esta incidencia nula o casi nula de la enfermedad se produce porque:
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El patógeno es incapaz de establecerse.
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El patógeno se establece, pero no provoca síntomas de enfermedad en las plantas.
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El patógeno se establece y ataca a los cultivos, pero la virulencia de la enfermedad disminuye con el tiempo.
Factores involucrados en la supresión de enfermedades en ciertos suelos
La supresión de enfermedades es consecuencia directa o indirecta de la acción de microorganismos del suelo. Los suelos supresivos son ricos en hongos (Trichoderma, Penicillium, Gliocladium, Fusarium spp) y bacterias (Pseudomonas, Burkholderia, Bacillus, Serratia, y actinomicetes) que generan elementos protectores contra fungosis, bacteriosis, virosis o insectos perjudiciales.
Los principales mecanismos que emplean para ello son:
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Competición por los nutrientes.
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Producción de antibióticos.
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Parasitismo por otros organismos del suelo.
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Propiedades físico-químicas del suelo.
La supresión del patógeno y la supresión de la enfermedad no tienen por qué ser simultáneas. Algunos suelos eliminan el patógeno, pero no la enfermedad, y viceversa. Además, dicha supresión puede ser natural o inducida.
La supresión natural no tiene origen conocido, es resultado de las propiedades biológicas del suelo y sus efectos sobre los microorganismos y no depende de una planta hospedera o cultivo.
La supresión inducida, por el contrario, depende tanto de las características físico-químicas del suelo como del cultivo y las estrategias de manejo del mismo, y necesita una gestión activa para su mantenimiento.
Manejos agronómicos que benefician la supresión
El sistema más eficiente para inducir o mejorar la supresividad del suelo pasa por el mantenimiento de una microflora saludable. Un buen manejo agronómico contribuirá de forma significativa al enriquecimiento de las relaciones competitivas entre sus componentes.
Entre las prácticas recomendadas tenemos:
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Analizar el suelo revela en qué punto se encuentra y permite fijar un valor de referencia para cuantificar las mejoras y evitar tratamientos innecesarios.
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La incorporación de materia orgánica mejora la actividad microbiana del suelo favoreciendo la supresión a determinados patógenos, si bien se ha comprobado que en ocasiones aumenta la fitotoxicidad en plantas, lo que limita su uso.
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Empleo de abonos verdes.
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La rotación de cultivos y el laboreo mínimo o labranza “0” han demostrado también ser alternativas viables, al aumentar la habilidad antagonista de baterias endófitas y de la rizosfera.
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Uso de inoculantes y activadores del suelo que favorecen el crecimiento de poblaciones microbianas saludables.
Suelos conductivos vs. suelos supresivos
Desafortunadamente, no todas las fincas agrícolas disfrutan de las ventajas de un suelo supresivo, con incidencia nula o casi nula de enfermedades. En los denominados suelos conductivos la incidencia y virulencia de estas es significativa.
En la caracterización de un suelo como supresivo o conductivo influyen factores como su composición biológica (incluyendo rizosferas y micorrizas), su textura, la aireación, su grado de inclinación, el drenaje o el pH.
Ahora bien, en última instancia, lo que realmente determina que un suelo sea supresivo o conductivo es el equilibrio entre su composición mineral, su materia orgánica y su microbiología. Un manejo agronómico centrado en exclusiva en la parte mineral puede convertir un suelo supresivo en uno conductivo, esto es, vulnerable al ataque de enfermedades.
¿Es posible lo contrario? ¿Podemos inducir la supresividad del suelo? Diversos ensayos realizados en los últimos años demuestran que es posible conseguir un suelo equilibrado y sano.
Suelos supresivos: Bacillus KJ464036 contra Phytophthora palmivora en Olea europea L
La Seca del olivo, una de las plagas más devastadoras y difíciles de controlar en las explotaciones olivareras, focaliza gran parte de los esfuerzos investigadores. Producida por un hongo, actúa a través de numerosos microorganismos colonizando las raíces y provocando síntomas muy similares a los de una sequía severa, hasta acabar con la muerte de la planta.
Una de las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años se ha centrado en el cultivo de olivo en Argentina [Rossi, M. Sol (2016). Suelos supresivos: capacidad biopesticida contra Phytophthora palmivora en Olea europea L. Univerisidade da Coruña].
El objeto del estudio fue analizar suelos de olivares y caracterizar bacterias cultivables constitutivas del microbiota del suelo rizosférico de olivo para hallar un método de control biológico eficiente y agrosustentable frente al patógeno P. palmivora, responsable del síndrome de desecación, amarillez, defoliaciones, pérdidas de vigor en raíces, pudrición y muerte seca de los olivos.
Se obtuvieron 452 bacterias a partir de suelo rizosférico de olivo. De las 63 que se mostraron termorresistentes una, perteneciente al género Bacillus, fue caracterizada por su eficiente actividad antifúngica, identificada y depositada en GenBank bajo el número de acceso KJ464036.
Bacillus KJ464036 fue capaz de controlar el desarrollo del P. palmivora en un 87,5% in vitro y en un 84,8% in vivo.
Además, su acción sobre el suelo, el hospedero y los enemigos de la plaga redujo la intensidad de las enfermedades causadas por el patógeno, lo que permite afirmar que “la interacción microorganismo-planta ofrece una estrategia prometedora y ambientalmente amigable para la agricultura convencional y orgánica en todo el mundo”.
Consejos para disfrutar de un suelo supresivo
El estudio que acabamos de mencionar no es único. Existen numerosos ensayos que confirman que la actividad de los microorganismos del suelo es clave para conseguir suelos equilibrados y sanos.
Un adecuado manejo agronómico y el aporte de materia orgánica han demostrado que se puede pasar de un suelo conductivo a uno supresivo en el 80% de los casos.
Recordemos, además, que en la supresividad del suelo intervienen diversos factores simultáneamente, como la biología del suelo, su textura, el drenaje, la aireación, el contenido en nutrientes y materia orgánica o el pH.
Mantener una microflora saludable es, como en el caso del aparato digestivo animal, el mecanismo más eficiente.
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