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¿Ganadería climáticamente neutra?

El debate en torno a las repercusiones medioambientales asociadas a la ganadería (producción de carne y de leche, fundamentalmente) suele centrarse en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como valor medible. En este sentido, la huella de carbono es un indicador ambiental que pretende reflejar la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) o potencial de calentamiento global, emitidos por una organización, servicio, evento o producto. Así, empleamos la huella de carbono como herramienta para cuantificar esas emisiones con el fin de establecer un punto de referencia en la producción de GEI de la ganadería.

Los principales GEI son:

  • Dióxido de carbono (CO2)
  • Metano (CH4)
  • Óxido nitroso (N2O)
  • Hidrofluorocarbonos (HFC)
  • Vapor de agua
  • Ozono

Cada uno de estos gases tiene un potencial de calentamiento global (GWP, por sus siglas en inglés) diferente. El GWP es una medida de la cantidad de calor que absorberá un gas en la atmósfera en relación con el CO2 en un periodo de tiempo determinado. Cuanto mayor sea el GWP, más calentará la Tierra ese gas en comparación con el CO2.

Las huellas de carbono se expresan en equivalentes de dióxido de carbono (CO2-eq) (Figura 1), lo que tiene en cuenta el diferente potencial de calentamiento global de cada GEI en relación con el CO2 (Figura 2).

Figura 1. Medición de la huella de carbono.

Figura 2. Visualización del impacto comparativo sobre el calentamiento de una emisión única de una tonelada de metano (CH4) o de óxido nitroso (N2O) en comparación con una tonelada de dióxido de carbono, promediado a lo largo de 20 y 100 años. Fuente: Crops and soils.

A medida que las empresas fijan objetivos de sostenibilidad para alcanzar las emisiones netas cero en 2050, las huellas de carbono son una pieza del rompecabezas de la contabilidad de los GEI. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha llegado a la conclusión de que será necesario alcanzar las emisiones netas cero de aquí a 2050 para no superar los 1,5 ºC de calentamiento, y se reconoce que las emisiones netas cero son el objetivo internacional para poner fin a la crisis climática. Esta organización pretende ofrecer información científica, técnica y socioeconómica relevante para entender el riesgo del cambio climático inducido por el hombre y aportar opciones para la adaptación y mitigación. Del mismo modo, el Acuerdo de París, establecido en 2015 como un tratado internacional sobre el cambio climático, establece sus objetivos en términos de temperatura, apuntando a límites de calentamiento global inferiores a 2 °C. Esto debería ser logrado mediante la reducción de emisiones de GEI tan pronto como sea posible. Ya en 2019, el Pacto Verde Europeo, persigue los mismos objetivos para Europa:

  • Ser el primer continente climáticamente neutro de aquí a 2050.
  • Reducir al menos un 55 % las emisiones de GEI de aquí a 2030 (en comparación con los niveles de 1990

¿Neutral en carbono, neto cero o climáticamente positivo?

Tanto si los objetivos de emisiones se discuten en relación con las reducciones de temperatura o de volumen, se utilizan varios términos  indistintamente, lo que a menudo lleva a confusión. "Neutral en carbono", "neto cero" y "climáticamente positivo" suenan parecido, y todos pueden utilizarse para describir emisiones (CO2 o CO2-eq) por encima, por debajo o a un nivel neto de cero, pero se refieren a resultados contables de GEI diferentes.

La neutralidad en carbono se refiere a que una empresa elimina de la atmósfera la misma cantidad de CO2 que libera, con lo que el balance contable de carbono es cero.

Las emisiones netas cero equilibran el total de GEI emitidos por una actividad, no sólo el CO2, con una cantidad equivalente de emisiones eliminadas, reducidas o evitadas de la atmósfera. Por ejemplo, un sistema de producción de carne de vacuno puede clasificarse como neto cero si las emisiones de GEI del sistema se compensan con una cantidad equivalente secuestrada en la tierra que produjo la carne de vacuno. Al igual que el neto cero, la neutralidad climática puede lograrse emitiendo GEI a un ritmo igual al de su eliminación de la atmósfera.

Carbono negativo y climáticamente positivo se utilizan indistintamente y suelen referirse al mismo resultado contable. Ambos significan que una actividad va más allá de alcanzar el cero neto al eliminar de la atmósfera más CO2-eq o CO2 del que se emite, produciendo así un beneficio medioambiental adicional. Así, por ejemplo, la producción de carne de vacuno puede considerarse climáticamente positiva si el sistema secuestra más carbono del que emite.

Carbono positivo es un término adicional que se utiliza habitualmente. Significa que una entidad produce más emisiones que cero. No confundir con carbono negativo, el carbono positivo describe la mayoría de las situaciones habituales, ya que la mayoría de las empresas producen más carbono del que eliminan de la atmósfera.

Entonces, ¿cómo puede llegar la ganadería a la neutralidad climática?

El objetivo de neutralidad climática de la ganadería puede alcanzarse llegando a cero emisiones netas de CO2 combinadas con emisiones estables o decrecientes de otros GEI como el metano. En un libro blanco publicado por el Centro CLEAR (Place, S.E., y F.M. Mitloehner, 2021) se analizan las posibles vías hacia la neutralidad climática de los sectores bovino y lácteo, destacando el importante hecho de que las huellas de GEI de la ganadería se componen en gran parte de metano.

Reducir las emisiones entéricas de metano entre un 18% y un 32% en las próximas décadas puede ayudar a la industria ganadera a alcanzar la neutralidad climática en 2050, pero no sin reducciones asociadas en las emisiones de CO2 y N2O procedentes de la producción de piensos, el uso de la tierra y el uso de la energía (Place y Mitloehner, 2021).

En España, Provacuno, la organización interprofesional de la carne de vacuno, viene trabajando ya desde mediados del año 2019 en una estrategia para reducir las emisiones de GEI e incrementar el secuestro de carbono a través de prácticas de manejo y de utilización de los pastos y recursos forrajeros de sus granjas. Una de las principales áreas que se abordan en este sentido es la alimentación, con prácticas de manejo que pasan por mejorar la digestibilidad de la dieta, ajustar los niveles de proteína y mejorar la conservación de forrajes y ensilados, entre otros. Otros de los bloques contemplados son la salud del rumen, la genética, reproducción y manejo, así como los pastos y cultivos y el estiércol y su tratamiento.

De esta forma, en búsqueda de la reducción de las emisiones de GEI y otros gases como el amoniaco, existen diferentes alternativas y medidas. Y debemos saber que esta reducción puede darse de forma directa o indirecta. En el caso de la primera, implica que la inclusión de una tecnología nutricional en la dieta provoca una disminución de las emisiones de GEI y otros gases sin que ello exija la reformulación de la dieta. Este es el caso de productos como Agolin®, que, por su simple inclusión en la dieta, reduce un 10 % las emisiones de metano por kg FCPM y, en consecuencia, una disminución de la huella de carbono. O, por ejemplo, Contribute® HC, cuya aplicación en las balsas de purín reduce las emisiones de amoniaco y metano. Por el contrario, hablamos de reducción indirecta cuando esta es consecuencia de los cambios en la formulación derivados de la inclusión en la dieta de una tecnología nutricional. Este es el caso, por ejemplo, de Amin-Alltech® y Optisync®, que permiten disminuir la inclusión de soja en las dietas y fabricar piensos de menor contenido en proteína bruta, lo que genera menos emisiones de GEI y menos excreción de nitrógeno. En este escenario también se contempla la reducción de GEI derivada de los efectos beneficiosos en la salud animal y la mejora del rendimiento productivo que puede ocasionar la inclusión de una tecnología nutricional en la dieta. En este caso podemos poner como ejemplo productos que optimizan la salud intestinal, como es el caso de Actigen®, lo que provoca un mayor aprovechamiento de los nutrientes y una mayor ganancia de peso vivo. En igualdad de emisiones con los animales que no lo consumen, la mayor productividad obtenida con su consumo se traduce en una menor huella de carbono.

En resumen, los objetivos de neutralidad climática para la ganadería son alcanzables dentro de los plazos fijados, pero el cambio requerirá una colaboración firme y constante en todo el sector agropecuario para garantizar el cumplimiento de estos objetivos en materia de resultados económicos, sociales y medioambientales sostenibles.

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