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Efectos de las altas temperaturas y las lluvias de verano en los cultivos

Efectos de las altas temperaturas y las lluvias de verano en los cultivos

El aporte de agua para los cultivos y las temperaturas son factores claves para el desarrollo de los cultivos. El éxito de los cultivos depende del equilibrio correcto entre uno y otro.

El aporte de agua permite a las plantas la absorción de nutrientes que aceleran su crecimiento. En época de calor, el agua de la lluvia permite que las plantas emitan humedad al aire gracias a la transpiración. Estas emisiones ayudan a regular la temperatura entre el día y la noche para evitar choques térmicos que puede arruinar los cultivos. Si las temperaturas ambientales son las idóneas, se puede asegurar un buen resultado.

Por otra parte, el exceso de pluviosidad puede traer la inundación de los terrenos cuando el suelo ya no puede absorber más agua. La inundación del campo puede provocar diferentes daños, desde ahogar las plantas, hasta lavar los nutrientes o incluso mover parte de las laderas del suelo hacía abajo.

Con alta humedad y altas temperaturas, es más probable que aparezcan plagas y enfermedades que pueden transmitirse al resto de las áreas cultivadas, incluso si están protegidas de las inundaciones. El agua estancada también puede ahogar las raíces y los microorganismos beneficiosos del suelo, lo que dificulta mucho la recuperación del cultivo.

LLUVIA DE VERANO

Las precipitaciones estivales suelen ser bastante torrenciales y en ocasiones pueden causar graves daños.

Las tormentas de verano alteran el clima del lugar a causa de temperaturas muy elevadas y su acción sobre masas de agua cercanas puede provocar la aparición de tormentas con efectos muy dañinos.

Los vientos extremos pueden causar daños a las plantas y los cultivos. Estos destrozos aparecen cuando el viento impulsa las gotas de lluvia con una fuerza y velocidad superior a las precipitaciones “normales”, provocando la pérdida de las flores y los frutos. En cultivos como los cereales los granos se mojan haciéndolos incomercializables.  Además de los vientos, las lluvias torrenciales pueden causar escorrentía y deslizamientos de tierra. La escorrentía de nutrientes creará deficiencias, mientras que los deslizamientos de tierra moverán o destruirán los primeros centímetros fértiles del suelo.

ALTAS TEMPERATURAS

El aumento de las temperaturas incrementará mecánicamente la necesidad de agua de un cultivo y puede inducir a un mayor consumo de nutrientes.  Se estima que por cada grado de aumento de la temperatura, los rendimientos de los cultivos disminuyen en un 4%. Esto ocurre debido a la reducción del engorde de la fruta y también puede reducir el valor comercializable del cultivo.

En la mayoría de los cultivos, las plantas pueden soportar un calor de hasta 40 °C cuando el agua está disponible en cantidades lo suficientemente grandes como para permitir un exceso de evapotranspiración (ET). Supongamos que la planta se evapora más de lo que está absorbiendo. En ese caso, veremos signos de daño, como marchitamiento de la planta y una degradación acelerada a partir de esa etapa, ya que la evapotranspiración no será tan eficiente. Asegurarse de dar más agua al cultivo es clave para prevenir pérdidas de rendimiento. Sin embargo, la disponibilidad de nutrientes también será crítica durante los momentos de estrés por calor, y la construcción de un sistema radicular robusto será beneficiosa al permitir que el cultivo acceda a más agua y nutrientes durante el momento de estrés.

¿ALGUNA SOLUCIÓN?

Es posible reducir el calentamiento del suelo y, hasta cierto punto, prevenir el daño a los cultivos.  Aquí están nuestros cinco principales consejos para reducir el calor y el estrés por lluvia intensa:

  1. Mantener el suelo cubierto: Se puede hacer con residuos de cultivos para construir un mantillo o, más apropiadamente, cultivos de cobertura, especialmente en viñedos y huertos. Los cultivos de cobertura retendrán agua y nutrientes, evitarán la escorrentía de suelos y nutrientes, y bajarán la temperatura a nivel del suelo mientras preservan la humedad.
  2. Riego nocturno: Esta es una recomendación fundamental cuando es posible. Reducirá la temperatura del suelo y el estrés hídrico, evitará dañar las hojas y favorecerá  la evapotranspiración de la planta en lugar de la evaporación directa. También es más eficiente y reducirá la cantidad total de agua necesaria.
  3. Use aminoácidos como Complex-Aid (riego foliar o por goteo): Se sabe que los aminoácidos ayudan a las plantas a resistir mejor el estrés abiótico. Al bajar las temperaturas internas y favorecer la funcionalidad adecuada de las hojas, los aminoácidos también ayudan a la planta a acumular proteínas de manera más eficiente que si tuviera que hacerlo sola a partir de los nutrientes básicos. Los aminoácidos se pueden utilizar antes, durante y después del estrés abiótico.
  4. Piense en el drenaje: En todos los campos con riesgo de exceso de agua, ser resistente al clima, significa estar listo para situaciones más extremas, y el drenaje adecuado es clave.
  5. Invierta en las raíces de su cultivo: todo comienza en el suelo y un sistema radicular robusto y estructurado, combinado con un desarrollo equilibrado de microorganismos beneficiosos, hará al cultivo más resiste ante diferentes situaciones. Unas raíces fuertes permitirá a las plantas acceder a más agua y nutrientes y aferrarse mejor a la estructura del suelo, protegiéndolo de la escorrentía. Echa un vistazo a nuestra gama de soluciones #ExpertosEnSaludDelSuelo en Alltech Crop Science.

      

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